MANIFESTO
Sentimos, luego existimos, en un latido. Blumarine es un sentimiento.
Una sensación presente incluso antes de la ropa. Un impulso romántico, lleno de alegría y ligereza.
Soplos liberadores de libertad: ¡eso es un sentimiento romántico!
El romanticismo es asombro: apertura al mundo y a sus imperfecciones.
El romanticismo es fuerza: la alegría de ser uno mismo.
El romanticismo es rebeldía: la capacidad de percibir la profundidad de las emociones y dejar que modelen la vida y la apariencia de cada uno.
Ven como te sientas hoy.
Espontaneidad, creatividad, voluntad de abandonar las reglas impuestas por las propias: ¿hay algo más romántico? ¿Y algo más rebelde que ser exactamente así?
El romanticismo no es sentimentalismo, sino la urgencia de expresarse a través de las emociones, de todas las formas y cada día, con radicalidad e irreverencia.
Como sentimiento, Blumarine está hecha de muchos sentimientos.
Alegría, ligereza, creatividad. Amor y seducción. Espontaneidad y verdad. Intimidad. Ironía.
Emociones que unen a los espíritus afines y generan nuevas emociones.
Todos son bienvenidos.
Ven tal como eres.
Los sentimientos unen a las personas. Por lo que son, por el valor de ser ellas mismas. Hace falta valor para ser fiel a uno mismo, y pasión.
El romanticismo no es dulzura empalagosa. Puede serlo, pero es mucho más. Una rosa, al fin y al cabo, tiene espinas.
Dualidad, pluralidad, multiplicidad. Ayer y mañana, frágil y fuerte, juguetón y provocador, ligero y riguroso, emocional y ceñido (bodycon), niña y mujer: facetas de un mismo espíritu. Variedad infinita, eso es todo.
Una armonía romántica llena de tensión: la efervescencia del desenfado.
Y luego, de repente, cierta dureza. ¿Por qué elegir, cuando se puede ser todo?
La ropa nunca es solo ropa, sino emociones, sentimientos, estados de ánimo: proyecciones externas del mundo interior.
Moldear la propia apariencia según lo que dictan los sentimientos: esa, sí, es una historia verdadera. Romántica.